Alberto Weretilneck inició su tercer mandato como gobernador de Río Negro con algunas urgencias y varios desafíos. Antes de asumir, en diciembre pasado, encaró un proceso de revisión sobre todo lo que se había hecho mal en las gestiones anteriores (2012-2015 y 2015-2019). Entre otras, llegó a la conclusión de que estuvieron muy enfocadas en el desarrollo de la parte pública de la provincia -como el Plan Castello, que implicó un endeudamiento de casi 600 millones de dólares para financiar obras públicas- sin pensar en un apalancamiento en el sector privado.
El vínculo entre el sector público y el privado se ha vuelto una obsesión para Weretilneck: considera que es el mejor camino para un verdadero desarrollo provincial. En ese marco se inscribió la pulseada con la provincia de Buenos Aires y Axel Kicillof por el emplazamiento de la planta de licuefacción proyectada por YPF y Petronas en Punta Colorada.
Otra apuesta de Weretilneck, un viejo aliado del kirchnerismo en el Senado, es la minería. En su discurso de asunción en la Legislatura provincial, afirmó: “Buscaremos los consensos necesarios y Río Negro será una provincia minera”. Hace pocos días, integrantes del Consejo Provincial de Evaluación Ambiental Minera se reunieron con autoridades de la empresa Minera Calcatreu S.A.U. para interiorizarse sobre los avances del proyecto. En cercanías de Ingeniero Jacobacci, el yacimiento de oro y plata Calcatreu representa un megaproyecto -operado por la empresa Patagonia Gold- que se encuentra en etapa decisiva y podría ponerse en marcha próximamente.
Además de los proyectos de petróleo y gas, esa es una de las razones por las que Río Negro se convirtió a principios de este mes en la primera provincia en adherir al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Si bien hay muchos inversionistas que festejaron el discurso de Weretilneck, todos van con pie de plomo por la resistencia que la minería genera entre diversos actores, como las comunidades originarias.
Además del desarrollo de la matriz energética, entre sus colaboradores aseguran que la otra gran bandera de la actual gestión de Weretilneck es el desarrollo de las nuevas zonas bajo riego, más allá de los valles preexistentes. “Nosotros tenemos una oportunidad que podemos transformar en realidad: unos 800 m3 por segundo en promedio que van al mar y que debemos transformar en producción. Se necesitan obras para poner miles de hectáreas bajo riego, casi del mismo tamaño que el Alto Valle. Y con la adhesión al RIGI esas inversiones están muy disponibles”, dice Carlos Banacloy, ministro de Desarrollo Económico y Productivo de Río Negro.
Aunque muchos de sus colaboradores se entusiasman con que la provincia pueda cristalizar todo su potencial –incluso señalan que algunas inversiones ya se están concretando, como la construcción del oleoducto desde Vaca Muerta hasta Punta Colorada, que está en su primera etapa–, los opositores subrayan que Río Negro enfrenta números en rojo y la composición de su producto bruto se destina, en su mayoría, a pagar los gastos corrientes.