Vientos de cambio

Por Marcelo Elias*

Donald Trump obtuvo 70 millones de votos, siete más que en el 2016. No sabemos si tiene una minoría intensa o una casi mayoría intensa. En el plano institucional, esto se ve reflejado en las cámaras, en el Senado la mayoría será republicana y en Diputados demócrata.

El gran desafío de Biden en este plano es establecer acuerdos con un sector importante del Partido Republicano para sancionar leyes trascendentales, como las tributarias, el seguro de Salud, los estímulos al empleo, la contención social y algunas relacionadas con la inmigración y minorías. No será fácil, Trump quedará con 70 millones de votos en su mochila y vastos sectores sociales muy predispuestos a la confrontación con la nueva administración.

El odio racial, el fanatismo religioso, la xenofobia, la homofobia y el nacionalismo exacerbado son combustible suficiente para la confrontación, e incluso, le costará desmontar la “guerra” de los barbijos en lo que seguramente será un abordaje más serio de la pandemia.

También, en el plano institucional, por mucho tiempo EE.UU. tendrá una Corte Suprema marcadamente conservadora.

Biden está obligado a logra acuerdos parlamentarios y mejorar radicalmente el clima social, tanto por las carencias, profundizadas por el Covid-19, como por los sentimientos señalados.

En el plano internacional se pueden esperar modificaciones en el comportamiento de EE.UU. y seguramente el tono de Biden, educado, moderado y tolerante, impactará positivamente.

El multilateralismo, la reconstrucción de alianzas con Europa, la vuelta a los acuerdos por el cambio climático y una nueva actitud en los organismos internacionales, reubicará al país en el tablero internacional, alterando positivamente la relación de competencia/cooperación con China.

Los chinos ya no “disfrutarán” de la confrontación de Trump, que no ha hecho más que debilitar a Estados Unidos. Cambiarán los  términos comerciales y geopolíticos en varias zonas del globo y otras relaciones que cambiarán serán con Rusia e Irán, todos beneficiados en estos años por el estilo prepotente y “nacionalista” de Trump.

En las relaciones con América Latina habrá cambios, a mi entender, no traumáticos ni sustanciales. Biden pondrá el acento en los Derechos Humanos y, por lo tanto, puede endurecer la relación con Venezuela y ser más severo que Trump, ya que ha definido a Maduro como un dictador y seguro mantendrá bloqueos e impulsará la ayuda humanitaria.

Con Brasil, a pesar de los estilos, mantendrá la relación comercial y estará atento a la influencia comercial y geopolítica de China, al igual que en toda la región. Seguramente su posición respeto de la depredación del Amazonas será un dolor de cabeza para Bolsonaro. Con México no debería haber grandes traumas, es un socio estratégico pero hay que ver si hay cambios fuertes en la política de migración.

Uruguay, Chile y Paraguay seguirán con sus tratados de libre comercio, mejorarán la relación y, como todos, se beneficiarán con el nuevo clima global. Para Bolivia, EE.UU. es el primer socio comercial, el perfil de Arce indica que eso se profundizará y seguramente, al igual que Argentina, tendrá diferencias en torno a Venezuela.

Con Colombia coincidirán en la lucha contra el narcotráfico, la guerrilla y la posición frente a Venezuela. Con Perú está vigente el Tratado de Libre Comercio desde el año 2009, lo que hace de EE.UU. su primer socio comercial.

Las relaciones con Nicaragua aparecen como inviables y Cuba es la gran incógnita, donde hay cuestiones ideológicas, comerciales y humanitarias que hacen dudar sobre si volverá rápidamente a la política de distensión llevada a cabo por el presidente Obama.

Para nosotros puede haber cambios en las formas, la relación con Maduro seguirá siendo un tema traumático y en menor medida, la relación con China y Rusia. EE.UU. seguirá siendo nuestro principal inversor extranjero, nuestros acreedores privados seguirán siendo principalmente americanos y en lo más urgente hoy, el acuerdo con el FMI, la opinión de la Casa Blanca tiene un peso decisivo.

Si somos capaces de aprovechar el nuevo escenario, reactivando el acuerdo MERCOSUR/UE, promoviendo acuerdos comerciales con otros países e incluso con EE.UU. y mejorando las relaciones con los países vecinos más allá de las simpatías que nos despierten sus presidentes, nuestra situación puede cambiar.

Se descuenta que todo lo dicho parte de los cambios estructurales que debemos operar puertas adentro, como sancionar una Ley de inversiones extranjeras, una reforma tributaria, una Ley de estabilidad fiscal, nuevas leyes laborales, estímulos a la producción y las exportaciones, por nombrar solo algunos.

El cambio de aire a nivel planetario nos abre nuevas oportunidades, debemos ser capaces convertirnos en más abiertos y competitivos, no podremos cumplir con el sueño del desarrollo inclusivo de espaldas al mundo.

*Exdiputado provincial. Acción para el Desarrollo, Bragado.